Reseña: Candyman 2021 (sin spoilers) - Horror Hazard

 Septiembre 6, 2021



"Candyman" (Estados Unidos, 2021) dirigida por Nia DaCosta.
QUISIERON PONERLE: "Caramelo macizo".
PERO ACABARON PONIÉNDOLE: "Candyman".
PROTAGONISTAS: Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett, Colman Domingo.
CALIFICACIÓN: 8.5 (⭐⭐⭐1/2)


Dentro de lo poco fecunda que fue la primera mitad de la década de los 90 para el cine de horror, en 1992 fue estrenada "Candyman", una película que revolucionó el género al ser un Slasher que de manera sutil y efectiva mostró tanto el racismo como la injusticia social. Dirigida por Bernard Rose y basada en el relato de Clive Barker "The Forbidden" la cinta generó dos secuelas, la primera de ellas más o menos pasable mientras que calificar de "desechable" a la que le siguió sería muy considerado. Veintinueve años después nos llega una continuación/reboot/secuela espiritual donde no sólo se expande el universo de este personaje y respeta la esencia del filme original, también es una cinta que se mantiene por si misma y está hecha con una ejecución artística, casi poética, que hace valer la espera de su estreno, contemplado desde junio de 2020 y que se pospuso tres veces por la pandemia del "Virus de Origen Desconocido".


La pregunta obligada es: ¿Este nuevo Candyman puede verse sin tener referencias de la versión de 1992? La respuesta es un rotundo sí porque la cinta se da a entender sola, pero si tienen la oportunidad de verla antes o después de esta  continuación, adelante. Con solo 31 años, dos cortometrajes y una película en su palmarés, la directora Nia DaCosta muestra que tiene un gran futuro al presentar una historia donde retoma los elementos básicos de la primera entrega y los amplía para realizar una cinta violenta pero llena de agudeza que en ningún momento pierde la noción de ser un filme de horror, a pesar de contar con demasiadas alusiones sociales.


Yahya Abdul-Mateen II es Anthony, un joven artista que en su afán de  ser reconocido se inspira en el mito urbano de Candyman; mientras empieza a obsesionarse con él, una serie de misteriosos homicidios le harán ver que lo que creía solo era una simple leyenda urbana encierra un terrorífico legado.

Desde que al inicio vemos los logos de Universal y Metro Goldwyn Mayer al revés nos damos cuenta que no estamos ante una película común; los espejos y sus reflejos son importantes para la cinta porque así es como nos sumergimos en el personaje y su mitología. En su ejecución "Candyman" es un deleite: Su fotografía artística, las sombras chinas proyectadas con marionetas, la manera en cómo se presenta la ciudad de Chicago en medio de una neblina intimidante... Todo ello refresca visualmente esta película que no obstante su violencia y sangre carece de Jump Scares para apoyarse en un ambiente de penumbra, efectos prácticos y maquillaje, dándole una atmósfera siniestra. Quizá para algunos la fórmula "menos es más" no sirva en una cinta Slasher, pero recordemos que Candyman es un vengador para su gente y aunque puede ser desalmado con sus víctimas su estilo es refinado, no es brutal como el de Jason Voorhies, ni usa el humor negro como Freddy Krueger o es sarcástico como Chucky. De mostrarse sangre a borbotones nos hubiéramos perdido la aterradora pero intensa secuencia (medio spoileada en el tráiler) de cuatro jovencitas que convocan a Candyman. Recuerden: no es necesario ver al monstruo para sentir miedo, lo que nos sugiere la imaginación es más horrible; no ser tan explícita provoca una sensación de ser más un thriller que una película de terror. 


Tener a Jordan Peele como productor y coguionista es la cereza en el pastel; Nia DaCosta demuestra su talento al conjugar efectivamente todos los elementos actorales y técnicos, pero el toque de Peele se siente no solo en el estilo visual, también en la trama. Cabe recordar sus cintas "Get Out!" (2017) y "Us" (2019) donde mezcló el horror con la crítica social; "Candyman" se mete al peligroso terreno de lo políticamente correcto al tratar temas como la gentrificación, el desplazamiento social, la brutalidad y amedrentamiento policíaco, la pérdida de la identidad cultural y el arraigo comunitario. A muchos les resultará incómodo pagar por ver una película (del género que sea) y salir aleccionados cuando lo que quieren es pasar dos horas olvidándose de la vida real. Pero "Candyman" no es una cinta de denuncia abierta contra la gente de piel blanca o que busque favorecer a los afroamericanos poniéndolos como víctimas. Siempre he creído que el color de piel, raza, religión, preferencia política o sexual están de sobra cuando lo realmente importante es la gente; en la cinta de 1992 Candyman dice: "¿Para qué es la sangre, sino para derramarla?"  Recordemos que la sangre de un judío, islámico, estadounidense o latino es roja en cualquier rincón del Universo y es valiosa tanto una como otra. Siempre hay que preponderar a la persona antes que su color o credo, y si hacemos el ejercicio de reemplazar los grupos sociales que se refieren en esta nueva versión de "Candyman" veremos que su discurso es igual de efectivo porque refleja el interminable ciclo de violencia perpetuado entre la sociedad, sus  aldeas urbanas y el sistema que lo creó, algo que queda mostrado en la película de 1992. Incluso sus pósters promocionales muestran frases pertenecientes a luchas sociales recientes. El arte explora emociones negativas como lo demuestra el personaje de Anthony y la misma película nos lo hace ver:  el mundo real da más miedo que el sobrenatural.


El cierre es intenso y vertiginoso, tanto que hubiera estado genial se hubieran tomado 10 minutos más para contarlo porque así como lo dejaron se siente apresurado; sin embargo demuestra que Candyman y su universo es más complejo y él es más que una figura con orígenes trágicos. También es cierto que algunos personajes se sienten fuera de lugar o innecesarios, pero esas pequeñas subtramas que en apariencia no tienen sentido (como el ya mencionado grupo de jovencitas) refuerzan la omnipotencia de Candyman y su imperdonable gancho de acero. Por cierto, cómo se extraña la banda sonora original del maestro Philip Glass, aunque en los primeros minutos puede detectarse  el leitmotiv del tema principal. 
La cinta ha dividido opiniones y ciertamente no se irá en silencio; su respuesta en taquilla ha sido aceptable dejando al tiempo el anuncio de una secuela. Nia DaCosta (quien en 2022 dirigirá "The Marvels", secuela de la desangelada "Capitana Marvel") entregó una visión refinada y brutal de Candyman corrigiendo algunos detalles de la primera película, y aunque crea nuevos, es una entrega bien ejecutada y seguramente se convertirá tan memorable como su versión original. 

Si llegaron hasta aquí, gracias por leer.
🍯🐝💀🪝

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