El terror en carne viva: Reseña sin spoilers de Cuando acecha la maldad

Título: “Cuando Acecha la Maldad”

Director y guionista: Demián Rugna

Año: 2023

País: Argentina

Calificación: ★★★★★

Sinopsis: En un pueblo remoto, dos hermanos descubren a un hombre infectado por fuerzas malignas que está a punto de dar a luz a un demonio. Desesperados por evitar la entrada del Mal a su pacífico mundo, los hermanos descubrirán la terrible verdad: es demasiado tarde.

Normalmente comenzaría con una pequeña introducción acerca de esta película. Pero en esta ocasión sólo diré, que se trata de la mejor película de terror del 2023, y una de las más grandes joyas del género desde que en 2018 “Hereditary” nos helara la piel. Dicho esto, hablemos de “Cuando acecha la maldad”.

Quizás me he venido muy arriba, teniendo en cuenta que para gustos los colores y cada cuál tiene su opinión, pero ¿qué tan buena es esta cinta?


Dirigida por Demián Rugna, un director argentino que ya se había llevado elogios en 2017 con el estreno de la película “Aterrados”, “Cuando acecha la maldad” debutó en el Festival Internacional de Cine de Stiges 2023, llevándose el premio a mejor película y siendo la revelación del festival. La crítica la ha elogiado allá por donde va, y no es para menos. Otro detalle a resaltar es que se trata de una producción latinoamericana, más en concreto, de Argentina. Es bien sabido que el terror en Latinoamérica pasa muy desapercibido, y no es precisamente el estilo preferido por los directores. Sin duda, Rugna se ha convertido en un director a seguir de cerca para futuros proyectos, que esperemos, sean más pronto que tarde.

Ahora si, “Cuando acecha la maldad” o “When Evil Lurks”, cuenta la historia de un pueblo rural en Argentina, en un mundo donde, al parecer, están normalizadas las posesiones demoníacas; al punto de tener una serie de reglas a seguir para acabar con la amenaza. Dos hermanos de la localidad descubren que uno de los habitantes está “infectado”, o como ellos le llaman: “embichado”. Al ser algo muy raro que ocurra en rincones tan remotos, las autoridades no les creen. Así que los hermanos, deciden sacar a la víctima de las inmediaciones del pueblo para que no contagie al resto, pero pierden el control y terminan esparciendo el mal por todo el lugar.


La película es atrevida, escalofriante, agobiante, aterradora, morbosa, valiente, todo un sinnúmero de elogios que se podrían resumir en “una obra maestra”. Es cine de terror puro y duro. Sin miedo a la censura, con escenas crueles e incómodas para el espectador; respetando el concepto de “la maldad por delante de lo humano”. Es difícil encontrar una producción que esté dedicada a un público especializado, que haya sido tan atrevida y que se exponga de esta manera.

El diseño visual es impresionante. Los efectos prácticos son una barbaridad. No se corta ni un poco en ser lo más explícita posible, y eso es algo que los fans agradecemos. Al menos los primeros pasos de la infección, los primeros minutos de la película, tiene un ritmo increíblemente frenético. La escena con la cabra es una masterclass de cómo generar suspenso y tensión en el espectador sin prácticamente mostrar nada. Y eso solo se logra con talento. Y la escena del perro hay que enmarcarla, porque efectivamente, es cine.


Entrando más dentro de la cinta, tiene una serie de características que han recibido la mayor cantidad de críticas posibles. Una de ellas es el continuo cambio de técnicas visuales por parte del director. Pasa de una cámara quieta a una cámara en movimiento, de una escena caótica a un plano calmado; y esto, depende de cómo lo veas, puede ayudar o perjudicar al espectador. Recordemos que la intención de la película es ponerte incómodo, generar ansiedad, que el público quiera agarrar a quien tenga al lado para sentirse seguro. Soy de la creencia que este cambio de técnica continuo fue intencional, y por mi parte, funcionó.

Otro detalle a destacar, y es el punto más débil de la cinta, es el guion. Parece contradictorio, teniendo en cuenta lo buena que es, pero tiene su explicación. Los diálogos, la mayor parte del tiempo, no son capaces de seguir lo que las acciones muestran. Gran parte del efecto “caos” lo genera el propio director con las imágenes, no con el habla. Los actores no terminan de formarse en pantalla; y esto deriva a que, cuando buscan llegar a un cierre, no quede lo suficientemente convincente.


Porque si, va de más a menos, pero por sentido común. Es muy difícil mantener ese ritmo desenfrenado con el que arranca durante toda la película. Y aunque lo intentan retomar con los desenlaces de los hijos del protagonista, que me parecen brutales, sin querer dar muchos spoilers, la verdad es que es un momento de la película que busca más el miedo a la oscuridad que el miedo a la maldad misma. Y aquí creo que se equivoca. Es como si al final de una carrera llena de curvas y baches, hubiera una línea recta.

Pero si algo está claro es que produce miedo, miedo real. Es de esas cintas que te dejan la misma sensación que una montaña rusa. Que podría tener sus defectos, pero el subidón de adrenalina es innegable. Que en un año lleno de regresos de grandes villanos del cine de terror, encontremos en el podio una película latinoamericana es una señal de que se están haciendo las cosas bien. Y nos recuerda la importancia de los festivales en el cine de terror.


En resumen, estamos en presencia de una película que, todo parece indicar, se volverá de culto. Demián Rugna se consagra como un director sin miedo a la exposición, que sigue su propio ritmo. Una increíble película que, como fan del terror, no te puedes perder; y que esperemos, impulse la creación de más obras latinoamericanas que rindan tributo a la maldad.


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