Reseña sin spoilers: “Oculus" 2013: Alegorías y saltos temporales disfrazados de espejos malditos

 


La película estrenada en 2013 bajo la dirección de Mike Flanagan es un conjunto de inspiraciones, elipsis temporales, alegorías a la enfermedad mental, un trabajo de casting interesante y sobre todo un guion que debió causarle una fuerte migraña a su continuista. 


“Oculus: Espejo maldito” es una cinta que cumple con todos los elementos clásicos del género y que construye las convenciones clásicas esperadas, sin embargo, debe mencionarse que no es hasta que se alcanzan los primeros cincuenta minutos de la película que sucede algo que consigue que el film sea identificable y salga de la clasificación de producción genérica; si bien desde un inicio e incluso desde el mismo título se propone que toda la historia recaerá en un elemento que no termina de funcionar del todo nunca y que se siente más como un “deus ex machina”, lo interesante es la ejecución del segundo acto de la película. 

Acá el terror viene para el espectador en forma de confusión y en uno de los tres tipos de terror categorizados por Stephen King, el denominado “gross-out” o aquel tipo de terror en el que podemos observar cabezas sangrantes rodando por el piso, o tal vez un dedo perdido, o un proyectil de vómito verde y viscoso, básicamente “body horror”; con escenas que generan ansiedad ante la empatía e imaginación de una sensación física particular (que incluso remiten a algunas imágenes de la famosísima secuencia del video de “The Ring” del 2002) se trabajan bien los límites de lo que veremos en pantalla pero un gran acierto de la cinta es justo que aunque los efectos son pocos y la mayoría son sencillos VFX Y CGI, la ansiedad y confusión mantienen al espectador interesado e inmerso dentro de las convenciones y el mundo de Kaylie y Tim, la pareja de hermanos protagónica cuyo pasado se vio terriblemente afectado por la presencia de un espejo maldito en su casa; al crecer cumplen su promesa de destruir el objeto con el fin de vengar todo el mal que le ocasionó a su familia. 


El clásico conflicto del escepticismo versus lo paranormal se establece pronto en la historia con el hermano representando la parte más lógica y ella con la obsesión por demostrar la naturaleza del espejo, con muchas más referencias a otras grandes del género como “The Others” de 2001 en una escena con influencias innegables entendemos que existe definitivamente algo inexplicable y de naturaleza oscura con este objeto que además luce exactamente como algo a lo que uno quiere ni acercarse pero con la contraparte masculina entendemos que posiblemente hay algo oculto bajo toda esta historia de terror paranormal. El tema de la salud mental se menciona desde temprano en el film pues el personaje de Tim termina recluido en una institución después del incidente detonador de la película. Brenton Thwaites quien interpreta a Tim en su edad adulta tiene diálogos en los que menciona trastornos y explicaciones psicológicas a ciertos eventos que su hermana busca justificar con una premisa espiritista, sin embargo pese a estos y lo directos y explícitos que son, es mucho más claro que mediante el uso de otros recursos y elementos podemos vislumbrar las alegorías a la salud mental y la pérdida de esta, siendo un ejemplo clarísimo la luz, la luz se utiliza como un elemento que aporta claridad, tanto literal como metafóricamente pues con ella los protagonistas se tornan capaces de ver lo que es real y aquí entramos en el terreno que la película desarrolla y aprovecha más a su favor, el juego con la realidad y su distorsión.


La mítica serie escrita y dirigida por Ryan Murphy, American Horror Story en su primera temporada debió ser gran influencia e inspiración para Oculus pues la premisa de Murder House se replica a su manera en esta película pues gracias a la presencia del espejo los personajes comienzan a tener una distorsión y un juego de realidad volviéndolos incapaces de salir de la casa por más que lo intenten, en la serie del 2011 se adjudica a la misma casa y su capacidad de retener las almas de quienes mueren ahí, en Oculus la responsabilidad es del espejo que alberga y retiene a sus víctimas.


Posteriormente en 2018, el director confirmará que es un fanático empedernido de la alegoría con el terror como medio para ello en lo que es posiblemente su trabajo más reconocido, la serie de Netflix, “The Haunting of Hill House” en donde entendemos que tiene facilidad para disfrazar los problemas familiares y los desbalances psicológicos de situaciones terroríficas y paranormales, igualmente se vislumbra su gusto por confrontar temporalmente pues, en ambas producciones (su serie y su largometraje), podemos ver en pantalla al mismo tiempo al mismo personaje en distintos puntos en el tiempo y, obviamente aquí se destaca el muy bien realizado trabajo de casting pues el detalle del parecido entre las versiones jóvenes y adultas de un mismo personaje es muy cuidado y acertado.

El trabajo técnico que presenta Oculus es interesante, utiliza elementos de fotografía muy propios del género la mayor parte del tiempo como por ejemplo el legendario “dolly zoom” o “efecto vértigo” popularizado gracias a Hitchcock pero también nos presenta algunos encuadres y movimientos que resultan incómodos e incluso confusos, ciertos ángulos y saltos de ejes totalmente abruptos que logran intrigar a los más fijados de la técnica y lenguaje fílmico. 


La transición a la locura es la raíz bajo la tierra, Oculus como una película de género es la flor visible, es posible que Flanagan quisiera retratar los horrores, la persistencia y consecuencias de un trauma o tal vez lo frustrante de la pérdida del control de la propia realidad a través de las alucinaciones como podría ser la esquizofrenia y lo logra si uno es capaz de leer entre líneas y apreciar un subtexto escondido entre entes de ojos iridiscentes y que flotan entre pequeñas nubes de humo negro. Oculus es una película que a simple vista podría dejarse pasar como una más de la categoría del terror pero una lectura más profunda podría develar una propuesta interesante dentro de las producciones que buscan ponerte los pelos de punta. 

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