"The Silence of the Lambs": Salvajes con piel de cordero

Los personajes del considerado es el mejor thriller psicólogo que se haya filmado están cargados de traumas, problemas de personalidad y aceptación.




FICHA TÉCNICA
The Silence of the Lambs ("El silencio de los inocentes", Estados Unidos, 1991).
- Dirigida por Jonathan Demme.
- Escrita por Ted Tally (Basada en la novela de Thomas Harris).
- Cinematografía: Tak Fujimoto.
- Edición: Craig McKay.
- Música: Howard Shore.
- Fecha de estreno: Premiere el 30 de enero de 1991 en Nueva York; 14 de febrero del mismo año en EU.
- Duración: 118 minutos.
- Protagonistas: Jodie Foster, Anthony Hopkins, Scott Glenn, Ted Levine, Anthony Heald.




SINOPSIS
Clarice Starling (Jodie Foster) es una cadete del FBI a quien se le encomienda entrevistar al doctor Hannibal Lecter (Sir Anthony Hopkins), un perturbado psiquiatra, para obtener pistas de un asesino serial apodado "Buffalo Bill" (Ted Levine). Mientras investiga, Starling deja que Lecter entre a su mente e indague sobre los traumas de su problemática infancia, al tiempo que la vida de una joven está en riesgo.

Tráiler



"The Silence of the Lambs" es uno de los títulos más prestigiados de la cinematografía. Aunque se trata de un thriller de procedimiento policiaco, tiene la reputación de ser una película de horror porque cuando termina, su audiencia ha visto una historia sobre monstruos humanos, uno de ellos perturbado e inestable, y otro dividido entre la inteligencia y el salvajismo.




Si se tratara de otro tipo de película, por ejemplo una de acción típica de inicios de los 90s, sus personajes serían unidimensionales y con poca o nula profundidad. Tendríamos al policía rudo y decidido que debe convencer al loco psicópata para que lo ayude a atrapar a un asesino serial. En vez de eso, todos están envueltos en las oscuras profundidades de su psique.




CÓMO ASUSTAR A LA AUDIENCIA
Debido sus múltiples capas es una película difícil de abordar. Gran parte de su éxito se basa en la relación entre Clarice Starling (Jodie Foster) y Hannibal Lecter (Anthony Hopkins). La presentación del desquiciado psiquiatra es una de las más completas e intimidantes en la historia del cine, porque psicológicamente la audiencia ya le teme sin haberlo visto.




Lo primero que se escucha sobre él es "Es un monstruo", palabras dichas por el doctor Frederick Chilton (Anthony Heald); conforme avanza la secuencia, se siente cómo Clarice (y nosotros como audiencia) desciende a un inframundo subterráneo donde se encuentra al calabozo de Lecter, y mientras lo hace se escuchan las atrocidades cometidas por él.




Todavía antes de llegar a Lecter hay que pasar por tres oscuras celdas: La primera con un paciente de apariencia "normal"; el segundo es más inquietante porque está sentado viendo al vacío, y el tercero lo es más porque se mueve como simio en su celda e insulta a Starling.
Entonces, por fin vemos al monstruo. "Hannibal The Cannibal" está de pie, en una celda iluminada, pulcra y ordenada. Comienza entonces una serie de diálogos donde ha quedado establecido que Lecter es de cuidado, pero más que eso, es alguien que tiene el poder.




SIMPATÍA POR EL DIABLO
Con sólo 16 minutos en pantalla, Sir Anthony Hopkins dio una estremecedora interpretación como el doctor Hannibal Lecter que le valió llevarse el Oscar a Mejor Actor en 1992. Ya sea por la manera como dispone de sus víctimas, los juegos mentales que ejerce sobre ellas o su imagen refinada, Lecter es una figura fascinante, se le describa en las páginas de un libro o como personaje cinematográfico.




De acuerdo a especialistas en comportamiento, "Hannibal The Cannibal" sufre de estrés postraumático, personalidad narcisista y antisocial, pero estos diagnósticos se hicieron después de la publicación de "Hannibal Rising" (2006), la cuarta entrega de la saga creada por Thomas Harris y que funciona como precuela. Para "The Silence of the Lambs", Anthony Hopkins dio vida a Lecter sin investigar sobre asesinos seriales por considerarlos de poco gusto, y lo interpretó como un personaje que al conocerlo no impone por su físico o agresividad, sino por su aspecto ordinario y apacible. Cuando Lecter se pierde en la calle mientras pasan los créditos finales, el horror se manifiesta al ver cómo un monstruo se mezcla entre la multitud.




Como si fuera un gato, al buen doctor le gusta jugar con sus presas antes de acabarlas; su inteligencia le pone un paso adelante de sus perseguidores y su capacidad analítica le permite descubrir algo en el pasado de las personas que le permite manipularlas. Todavía más allá, es capaz de usar una situación del presente de su contrario para "predecir" lo que hará.




MUJER DE ARMAS TOMAR
Jodie Foster hizo de Clarice Starling un personaje que encaja en la época cuando se estrenó la película, al representar a una mujer vista con curiosidad, sorpresa y recelo por desempeñarse en un ambiente laboral "exclusivo para hombres". En realidad pertenece a ese grupo de mujeres con carácter fuerte como Ellen Ripley ("Aliens", 1986), Sarah Connor ("Terminator 2: Judgment Day", 1991) y el dúo protagonista de la producción de Ridley Scott, "Thelma & Louise" (1991), por sólo citar algunos, que siempre han estado presentes en el cine.




Bajo la imagen de ser una cadete del FBI que sólo quiere graduarse, Starling también encierra una personalidad compleja. Foster le inyecta profesionalismo, ambición y una dedicación al trabajo que difícilmente se puede encontrar en un aspirante. Tomemos como ejemplo la secuencia de títulos de inicio, donde se ve a Starling corriendo a campo traviesa, superando obstáculos, bañada en sudor y cruzando una niebla espesa que parece representar su pasado. De ahí pasa a ver a su jefe, Jack Crawford (Scott Glenn), y para hacerlo tiene que abordar un ascensor repleto de hombres más altos que ella, pero mientras éstos le dedican miradas curiosas, Starling ni se inmuta.




Su imagen fuerte se derrumba cuando conoce a Hannibal Lecter. Clarice se ve atrapada en un duelo de miradas con él, intercambiando diálogos que hacen deducir al psiquiatra que la joven huye de su pasado y no puede dejarlo atrás. En su memoria ella carga con el peso de su inocencia destruida, representada por un cordero, pero además debe soportar el balido de muchos otros a los que no pudo salvar. La vida le da la oportunidad de poder salvar a otra inocente aunque eso signifique volver a quedarse sola en la oscuridad, con la diferencia de que ahora no huye, sino que la enfrenta en la persona del asesino serial "Buffalo Bill".




PATOLOGÍA DE LA IDENTIDAD
Al igual que Hannibal Lecter, Jame "Buffalo Bill" Gumb (Ted Levine) aparece poco tiempo en pantalla pero también deja una huella imborrable. Además de su perturbador baile al ritmo de la canción "Goodbye Horses", interpretada por Q Lazzarus, el personaje posee una personalidad compleja.
Gumb guarda semejanzas con Frederika Bimmel, su primera víctima. Ambos compartían gusto por la costura, pero también sentían aversión hacia su propio cuerpo. Mientras que la trama va revelando de a poco la inquietante historia de Gumb, la de Frederika es más sutil y para conocerla hay que estar atento a los detalles.




Ella estaba inconforme con su cuerpo y soñaba con tener una figura esbelta, como lo indica su caja musical con una bailarina y los pósters de las cantantes Madonna y Debbie Harry. Su deseo de cambio físico queda representado en el papel tapiz con dibujos de mariposa en su habitación; además hay un libro de dietas y otros artículos, entre ellos un par de corderos que para Clarice tienen un enorme significado.




Mientras, Starling vive su propio desajuste al buscar la realización profesional en medio de un ambiente machista y discriminatorio. Quiere dejar de ser una mujer deseada por los hombres y volverse una especie de depredadora de aquellos que lastiman a las de su género, una postura que podría verse como un "cambio de sexo psicólogo".




EL ECO DEL SILENCIO
La amplia gama de lecturas que se encuentra en "The Silence of the Lambs" la convierte en terreno de teorías, análisis y estudios psicólogos, pero su efectividad como thriller policiaco con elementos de terror se queda en el espectador. Su técnica narrativa, diálogos inteligentes, la gran dirección de Jonathan Demme, las actuaciones del elenco encabezado por Jodie Foster y Sir Anthony Hopkins, y la novela de Thomas Harris, se combinaron para dar una obra maestra que dio al cine de horror el reconocimiento que Hollywood le había negado. Secuelas y series de TV le han seguido, pero ninguna consigue callar el ruido de estos corderos.




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