El filme protagonizado por Jim Caviezel acierta en no explotar su cruda temática, pero su narrativa presenta algunos problemas.
FICHA TÉCNICA
Sound of Freedom (El sonido de la libertad", Estados Unidos, 2023).
- Escrita y dirigida por Alejandro Monteverde.
- Cinematografía: Gorka Gómez y Andreu Aec.
- Edición: Brian Scofield.
- Música: Javier Navarrete.
- Fecha de estreno: 4 de julio de 2023 en Estados Unidos; 31de agosto en Latinoamérica.
- Duración: 131 minutos.
- Protagonistas: Jim Caviezel, Bill Camp, Mira Sorvino, Eduardo Verástegui, Cristal Aparicio, Luis Ávila.
SINOPSIS
Tim Ballard (Jim Caviezel) es un agente de Seguridad Nacional de Estados Unidos que deja su trabajo para dedicarse a la recuperación de Rocío, una niña víctima del tráfico infantil. Con la ayuda de "Vampiro" (Bill Camp), un ex militante de un cártel, Ballard organiza una operación para salvarla y liberar a varios niños. Basada en una historia real.
Tráiler
"Cuando los niños cantan, entonces el nuevo mundo inicia".
"When the Children Cry" - White Lion
El cine de horror social muestra ese lado del ser humano que no nos gusta ver. Sus temas son cuestiones que conciernen y afectan a todos, problemas a los que no se les debe dar la espalda esperando se solucionen solos o lo que es peor, ignorarlos. En el caso del cine mexicano, que usaremos como punto de referencia, ha hecho hincapié en temas sórdidos como el narcotráfico, la prostitución y casos de crimen real.
CRUDAS REALIDADES
"El castillo de la pureza" (Arturo Ripstein, 1973) y "Los motivos de Luz" (Felipe Cazals, 1986) se basan en hechos reales ocurridos en la capital mexicana y muestran el rompimiento de la familia por factores como la ignorancia, el machismo y la marginación. En particular, el segundo título habla sobre una madre que en 1985 cometió filicidio contra sus cuatro hijos, incluyendo uno con pocas semanas de nacido.
Menciono estos filmes porque no es común que una película estadounidense (considerada así a pesar de ser una producción surgida en México y Colombia) aborde un tema digno de una producción latinoamericana y difícil de digerir como el tráfico infantil. Por lo general el cine hecho por los grandes estudios de Hollywood mira hacia temas como el racismo, la desigualdad social o el abuso físico y psicológico a integrantes de minorías. Entonces llega "Sound of Freedom", filme que el pasado mes de julio se convirtió en un inesperado éxito de taquilla y que luego de muchas complicaciones llega a Latinoamérica, poniendo el dedo bajo la llaga de un tema al que a nadie le gusta hablar, pero del es necesario discutir.
FUERTE, PERO SENSIBLE
Para efectos de esta crítica, "Sound of Freedom" se abordará como lo que es: Una obra cinematográfica sujeta al escrutinio por ser una pieza de arte. Los rumores que la rodean quedan fuera de este ejercicio profesional y objetivo que tiene el propósito de evaluar el valor artístico del filme.
Se trata de una producción que hace valer la reputación que le precede, al abordar un tema deleznable como el secuestro y tráfico infantil de una manera cruda pero nunca explotativa.
Está catalogada como un película de acción y hasta de suspenso, pero si alguien la ve esperando explosiones, giros de trama y ver al héroe acabar con los malos diciéndoles frases sarcásticas, aquí no los encontrarán. Es un drama con tintes de thriller basado en las experiencias del ex agente de Seguridad Nacional, Tim Ballard; no es una biopic, sino la dramatización de un momento clave de su vida.
LO INCREÍBLE ES LA VERDAD
Adaptar una historia real al cine implica agregarle detalles que realzan los eventos (de esto se hablará más adelante), pero cuando se trata de plasmar lo sucedido, la realidad rebasa la ficción. Una de las frases que identifica a "Sound of Freedom" es "Los niños de Dios no están a la venta"; podría pensarse que por ser distribuida por un estudio que produce filmes religiosos este tipo de contenido se presenta cada 10 minutos, pero no es así. Hay una situación relacionada con una medalla que parece un convencionalismo inventado para aprovecharse del espectador, pero de acuerdo a Tim Ballard sí ocurrió.
No somos nadie para dudar de su historia; si dice que pasó, así fue, y esa coincidencia es el primer atisbo a una historia poderosa que se apega a algunos de sus hechos reales, pero no por eso está excenta de problemas.
Los primeros 45 minutos son fuertes de ver porque quién no se puede conmover al imaginarse la desesperación de un padre y el terror de un pequeño que ha sido arrebatado de su hogar; lo mínimo que uno quiere ver es que la representación de esas bestias humanas reciba su merecido y, cuando ocurre, hay un efecto catártico.
LOS ROSTROS DEL DOLOR
Uno de sus aciertos es que humaniza el que pudiera ser el trabajo más desgarrador. Interpretando a Ballard, Jim Caviezel es la imagen viva de la rabia, la impotencia, la determinación y la tristeza. A lo largo del filme, Caviezel lleva una mirada llena de emoción, como si su personaje se fuera a quebrar en cualquier instante.
Su compañero en este viaje al infierno es "Vampiro", interpretado por Bill Camp; tanto en la realidad y en la película, uno como otro estuvieron en lados opuestos de la ley, pero mientras el segundo alcanzó cierto grado de redención, Ballard busca aquietar los demonios de su mente.
Los niños Cristal Aparicio y Lucas Ávila transmiten terror, miedo, es imposible no conmoverse con sus interpretaciones, gran trabajo de casting. Quien queda desperdiciada es la ganadora del Oscar, Mira Sorvino; su participación se reduce a escenas limitadas, cuando se dice que en realidad Katherine, la esposa de Ballard a la que personifica, fue el bastión del ex agente. Un héroe puede seguir adelante sin su compañero, pero no sin una brújula moral. El personaje de Ballard carece de ella sólo sigue sus emociones, va con la inercia de la historia, en automático.
REALIDAD AMPLIFICADA
El filme toca un tema sensible, delicado y atroz, por lo que es un drama intenso, pesado, y de ello parece estar consciente porque a momentos exagera en su dramatización al grado de sentirse manipulador. Claro que uno se conmueve ante lo visto en pantalla, pero la combinación de música, actuaciones y diálogos se siente montada para provocar reacciones emotivas. Es muy diferente ver a Meryl Streep sufriendo en "Sophie's Choice" (Alan J. Pakula, 1982) por el desarrollo trágico de su personaje, que una escena donde se reúnen varios elementos para provocar determinada reacción.
Es una historia real y poderosa, desde luego, pero al ser una película tiene un conflicto, un desarrollo, un clímax y una resolución a la que se le agregan elementos para atrapar al espectador y entretenerlo. El primer tercio atrapa, pero en el segundo, el ritmo emotivo con que empezó decae y la trama se arrastra un poco, sintiéndose hasta como un filme genérico de acción pero sin armas, explosiones ni poses, aunque Ballard, como personaje, parece ser el heredero del héroe hollywoodense estoico y salvador de los desamparados, pero sin la actitud de por ejemplo, Arnold Schwarzenegger.
EN RESUMEN...
"Sound of Freedom" no tiene el mejor ritmo, ni el flujo de su historia prepara la tensión narrativa necesaria, además sigue una sola línea argumental porque no tiene conflictos que den más interés a los riesgos enfrentados por su protagonista, pero sin duda destaca por su mensaje y por eso hay que aplaudirla. Tiene éxito al arrojar luz sobre su tema, del cual no esconde su crudeza pero tampoco se cuelga de ella.
La verdadera trascendencia que tendrá este filme no radicará en si gana premios o confirma su título como la sorpresa del verano, sino que genere conciencia para cuidar a los afectados por ese despreciable delito: los niños. Aunque no sea uno padre o madre, los más pequeños son nuestra responsabilidad y hay que velar por ellos. Sólo así se escuchará los únicos sonido que debemos oírles: el de su risa, su canto, su respiración y sus sueños. Depende de nosotros.