Calificación: 3.5 / 5
Vivir en una utopía donde la juventud puede ser eterna en la medida en que tengas los recursos para hacerlo suena bastante tentador ¿no creen? ¡¿Quién no quisiera tener sesenta años y verse de veinte?! Esta película alemana, dirigida por Boris Kunz, nos muestra exactamente esa realidad.
A pesar de que ya hemos tenido propuestas similares con Justin Timberlake y Amanda Seyfried en la película In Time, esta película profundiza mucho más en esta temática.
¿De qué trata Paradise?
Esta película empieza presentándonos a los esposos Max y Elena, un matrimonio sin hijos pero con un trayecto profesional del que están orgullosos. Elena es doctora en un prestigioso hospital, mientras que Max, se encarga de gestionar años en un programa de AEON, una empresa que brinda tratamientos para rejuvenecer, sumándole años de vida a sus clientes y sí, Max es el mejor.
Durante los primeros minutos de la película, podemos ver cómo él va a las zonas más marginales a ofrecerle a chicos jóvenes, principalmente, que vendan años de sus vidas a cambio de dinero para poder pagar deudas o simplemente estudiar.
Nos damos cuenta que es tan bueno en su trabajo porque les vende el sueño de no tener más problemas financieros, así como de un futuro por tan solo 20 años de sus vidas, tal vez hasta más.
Ambos tienen una vida perfecta, él hasta es premiado con un galardón por establecer el récord por la mayor cantidad de años vendidos.
La vida de ambos se complica cuando se incendia misteriosamente el apartamento que ambos recién compraron y el seguro se niega a cubrir los daños, así que el banco obliga a Elena a pagar con 38 años de su vida, no nos dicen con certeza en el momento, pero ella podía tener más o menos 34 años, o sea, que de un segundo a otro pasó a ser una señora de aproximadamente 72 años ¿Así o más horrible?
Por si esto fuera poco, para hacer el procedimiento la amarran y le colocan 3 inyecciones simultáneas, algo que fue especialmente horrible para ella, ya que no le había dicho nada a Max, pero estaba embarazada y sí, al cambiar de edad tan repentinamente perdió a su bebé.
Max, que no deja de amarla, hace lo posible para ayudarla, más aún después de enterarse que perdieron un hijo y así es como ambos embarcan un viaje para conseguir a un doctor, pero sí, siempre hay un pero, necesitan conseguir a una donante.
La primera idea de Max era pedirle ayuda a su jefa, la CEO de AEON, Sophie Theissen (Iris Berben), pero al no obtener respuesta, su plan B fue secuestrarla y lo hace, solo que agarra a la Theissen incorrecta, en cambio secuestra a su hija, Marie Theissen (Lisa-Marie Koroll), cuando ella hacía una visita en un cementerio.
Max le presenta a Elena la idea y ella accede, pero para llegar hasta el sitio donde le van a hacer este mismo procedimiento de forma clandestina, deben escapar de los mercenarios que Sophie contrata para recuperar a su hija, así como del grupo terrorista anti AEON, llamado Adam, que quiere acabar con el imperio Theissen a toda costa.
Max eventualmente se entera de que Elena era una donante compatible con Sophie y es por eso que no lo ayuda a salvarla, pero no solo eso, sino que orquestó todo un plan para poder conseguir sus años, asesinando al receptor compatible con Max y provocando el incendio que los dejó sin hogar.
A pesar de todo esto, al acercarse el momento de realizar el procedimiento, a Max le da un cargo de conciencia terrible y trata de convencer a Elena de no hacerlo, pero ya es demasiado tarde. Él nunca vio cómo Marie, dada la oportunidad, no piensa dos veces en asesinarla así que Elena toma la decisión de dejarlo a un lado de la carretera y continuar con el plan.
Finalmente vemos como Marie regresa con su madre, que se rehúsa a buscar la forma de devolverle los años que Elena le quitó y vemos a Elena felizmente embarazada con su nuevo esposo en una playa, mientras Max se convierte en el nuevo líder de Adam.
Sinceramente una película que da miedo no por lo que convencionalmente estamos acostumbrados a ver, sino por la crueldad con la que se puede retratar una sociedad donde, sí, genial que no exista el cambio climático, pero en donde la codicia por vivir eternamente logra llegar a límites inimaginables.