Reseña - Black Mirror T6: Espejo roto que aún sirve

Luego de cuatro años de ausencia, el show vuelve para alcanzar un punto donde se debate si ha perdido la esencia de sus primeras emisiones; aunque esto es cierto, sigue aportando ideas interesantes.




FICHA TÉCNICA
Black Mirror (Estados Unidos-Reino Unido, 2023).
- Creada por Charlie Brooker
- Dirigida por Ally Pankiw, Sam Miller, John Crowley, Uta Briesewitz, Toby Haynes.
- Escrita por Charlie Brooker (cuatro episodios) y Bisha K. Ali (coescritora del capítulo 5).
- Episodios: Cinco, con duración variada (entre 40 y 80 minutos).
- Fecha de estreno: 15 de junio de 2023.
- Protagonistas: Annie Murphy, Salma Hayek, Samuel Blenkin, Myha'la Herrold, Aaron Paul, Josh Hartnett, Zazie Beetz, Anjana Vasan, Paapa Essiedu.

Calificación: ★★★

Tráiler



SINOPSIS
Serie de antología que explora géneros como la ciencia ficción y la ficción especulativa donde se cuestiona el uso de la tecnología, así como las consecuencias e implicaciones morales de utilizarla.
La temporada consta de cinco episodios. Abre con "Joan Is Awful", donde una ejecutiva encuentra que su servicio de streaming ha convertido su vida en una serie protagonizada por la actriz mexicana, Salma Hayek. Le sigue "Loch Henry", donde dos jóvenes cineastas realizan un documental sobre unos homicidios ocurridos décadas atrás. "Beyond the Sea" se ubica en el año 1969 de una realidad alternativa; dos astronautas usan réplicas para interactuar en la Tierra con sus familias, mas uno de ellos enfrenta una tragedia.
En "Mazey Day"una fotógrafa de celebridades busca a una actriz que ha desaparecido de la escena pública, y "Demon 79" trata sobre una dócil empleada que despierta a un demonio que le pide tres víctimas para evitar el fin del mundo.

Desde su primera emisión en 2011 Black Mirror ha dado mucho de qué hablar y su nueva temporada no es la excepción. La serie es conocida por especular con el uso de la tecnología y las consecuencias al utilizarla; muestra también un futuro distópico y cuestiona nuestra humanidad, principios morales y ética. Con cada estreno y como el show posicionado que es, las expectativas hacia dónde irá o qué cuestionamientos planteará son elevadas y esto, es bien sabido, se vuelve un arma de dos filos, más si consideramos su pasado reciente.




Todo fan de la serie sabe que apartir de la temporada 3, Netflix, el otrora gigante del streaming, adquirió sus derechos y empezó a producirla. Desde entonces la audiencia empezó a cuestionar el programa diciendo que había perdido su "esencia", que por culpa de la Ene Roja ya no existía esa sensación de incomodidad y sentido de reflexión que nos hacía pensar dos veces en usar un dispositivo.




HABLANDO DEL DIABLO...
En esta ocasión parece que la compañía permitió parodiarse y referenciarse a sí misma, algo que puede ser visto como descaro o cinismo de su parte. Los dos primeros episodios, "Joan is Awful" y "Loch Henry", hacen alusión directa al servicio de streaming y el impacto que éstos han tenido en nuestras vidas. El primero, con su mezcla de humor negro, irreverencia y meta contenido, nos pone a pensar qué tan diversas pueden llegar a ser las nuevas formas de entretenimiento.




El deep fake, como se le llama al uso de la imagen de una persona, (sea figura pública o no) poniendo su físico en determinada situación, es más que un hecho. Bruce Willis ha permitido el uso de su rostro en nuevas producciones, apesar de haberse retirado por su lamentable padecimiento; Harrison Ford rejuvenece gracias a la tecnología en la aventura más reciente de Indiana Jones, y no hace poco circuló en redes sociales una foto de Tom Cruise con sus "dobles de acción" cuando él no los utiliza.




Si la tecnología invade el mundo del entretenimiento por extensión lo hace con el nuestro. Hemos aceptado volvernos un producto al que se le ofrece contenidos, algunos considerados "gratuitos", y al verlos (consumirlos) generamos ganancias para sus creadores. "Joan is Afraid" pone el dedo en esa llaga explorándolo con sarcasmo y actuaciones que rozan la farsa en el buen sentido; vemos a Salma Hayek en un rol donde seguramente se divirtió de lo lindo haciendo una versión exagerada de sí misma con todo y su "inglés cuestionable" (como indica en el episodio), y Annie Murphy desborda simpatía siendo la desafortunada mujer que "Streamberry", la autorepresentación de Netflix, ha elegido para hacer su nueva serie. Sin duda será uno de los episodios más recordados en la historia de la serie, objeto de memes y discusiones por todas las capas que encierra.




EL CRIMEN SÍ PAGA
Por su parte "Loch Henry" aborda el crimen real, género que ha dejado buenos dividendos a Netflix gracias a las series de Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy y otros infames asesinos seriales. En los últimos 30 años han ocurrido cambios radicales en los medios de comunicación y como consecuencia también en el contenido que se presenta al espectador. El trasfondo del episodio parece jugar con esa idea y por eso sus personajes, buscando realizar un documental de verdadero impacto en vez de uno con tema inspirador y que seguramente pasará desapercibido, abordan una serie de homicidios ocurridos décadas atrás.




La tecnología ha invadido nuestras vidas al grado que la cultura del vídeo ha rebasado su uso de "conservadora de recuerdos" para exponer comportamientos cuestionables, actos sórdidos, curiosos y de todo tipo que se vuelven virales y no necesitan forzosamente de redes sociales para ser expuestos. El episodio ha encontrado detractores que aseguran no cumple la "regla" de mostrar el lado oscuro de la tecnología, pero, ¿acaso no vale la pena cuestionar por qué consumimos este tipo de programas? Desde la prensa amarillista y sensacionalista, las historias de crimen real no pierden su popularidad porque conservan ese sentido de "prohibidas", y eso lo explora bien este episodio, no de manera directa o explícita, pero sí más disimulada.




EL MIEDO ES EL MENSAJE
Algo similar ocurre en el cuarto capítulo, "Mazey Day", que también es planteado no desde el punto de vista del consumidor de contenido, sino de quien lo produce. En este caso los paparazzi, fotógrafos que viven de captar a las celebridades en momentos incómodos y que eran mencionados constantemente en las noticias durante la segunda parte de la década de 1990 y los primeros años de 2000.
Zazie Beetz ("Deadpool", "Joker") hace un personaje que se da cuenta que inmiscuirse en la vida privada de los demás no arroja nada bueno, sin embargo la necesidad le obliga regresar a su oficio




El episodio da un inesperado giro sobrenatural que extraña y sorprende tanto al espectador casual como al leal. Desentona con el concepto de Black Mirror, pero es efectivo al mostrar que la tecnología es producto del uso que le damos. Puede facilitarnos la vida o volverla incómoda, su empleo nos ha llevado a convertirnos en una raza de mirones, consumidores de series, películas, vídeos, tic tocks, reality shows, etc., todo en el nombre del entretenimiento.




No es una historia perfecta, aleccionadora o reflexiva, mas contiene una sutil crítica hacia nuestros hábitos de consumo audiovisual, y eso sí forma parte de la esencia de Black Mirror. Muestra también nuestra deshumanización, falta de sensibilidad y cierra con la frase "Just shoot me", cuyo doble significado deja la idea de que preferimos el espectáculo sobre la tragedia.




SE CUELA A LA FIESTA
Todas las antologías presentan algunas historias que son mejor que otras (hasta la versión clásica de The Twilight Zone tiene sus episodios "malos"), y es de lo que luego nos quejamos como espectadores, que una película o serie no tenga ese "algo" que nos permita conectar con ella, por eso se entiende que la última historia de la temporada sea la más criticada. "Demon 79" se siente como un segmento perteneciente a cualquier otra antología de horror, menos a una que dice señalar el lado oscuro de la tecnología.




Utiliza elementos sobrenaturales y personajes que llevan una narrativa plagada de de momentos chuscos e inesperados, de esos que hacen pongamos una sonrisa ocasional. Como episodio unitario reúne humor con un poco de horror y situaciones al estilo "The Dead Zone" de Stephen King, y también se nota la influencia de "The Twilight Zone", serie en la que Charlie Brooker se inspiró para crear la suya.




El episodio se siente como relleno por dos razones: la trama no depende de la tecnología e iba a ser el piloto de otra serie (que al parecer se iba a llamar Red Mirror). "¿Qué hacemos con este guion? Incluyámoslo en la última de Black Mirror". Con todo y eso se disfruta por su música, referencias culturales y comentario social, pero ciertamente no estará entre los clásicos del programa. ¿Y dónde quedó la tecnología? La trama se desarrolla a finales de los años 70s y aunque no hay smartphones, podemos ver cómo la televisión era el principal medio para informarse. El complicado contexto político enmarca la trama y al final nos cuestionamos si todo ocurrió o sólo sucedió en la mente de la protagonista.




EL TERROR DE LA SOLEDAD
"Beyond the Sea" es el capítulo que encierra la "esencia clásica" de Black Mirror: Totalmente apegado a la tecnología, con personajes imperfectos, una tragedia de por medio y desenlace oscuro. Aunque breve, hace referencia a uno de los libros más importantes de la ciencia ficción, la antología de cuentos "El hombre ilustrado", de Ray Bradbury, donde se hace hincapié en el conflicto entre tecnología y humanidad. El episodio evoca a "Kaleidoscopio", uno de los relatos del libro, donde dos astronautas reflexionan sobre sus vidas y su desenlace es amargo pero poético.




Josh Hartnett, Aaron Paul y Kate Mara ofrecen las mejores actuaciones de la temporada en una historia triste, nostálgica y cruel. Los dos primeros hacen de dos astronautas que realizan un experimento en el espacio que dura años, por eso tienen en la Tierra avatares donde pueden proyectar sus conciencias. "¿Por qué mejor no mandan a los androides?", se preguntarán algunos. No hay contexto sobre la prueba, pero podría enfocarse a estudiar la sobrevivencia humana en el espacio.




El episodio despide una nostalgia enorme, sea por el ser amado, el hogar o las cosas que se han perdido, pero quizá su verdadero horror es señalarnos cómo el ser humano en esta época apenas puede vivir con él mismo. A veces la realidad resulta insoportable y quizá por eso nos desplazamos a un mundo virtual de avatares, aplicaciones y juegos, pero irónicamente mientras más interacción virtual tengamos, más solos nos sentimos cuando volvemos a la vida real.




Ese factor soledad y un sentimiento mal llevado de empatía son claves para entender la horripilante majestuosidad con que termina el episodio. Pudo haber tenido una resolución diferente, pero el final otorgado es ejemplo de cómo, desesperados porque no encontrar quién nos entienda, somos capaces de actuar como monstruos. Durante la temporada no hay personajes buenos o malos, sólo seres humanos que reaccionan y actúan de acuerdo a sus emociones, "Beyond the Sea" lo muestra a la perfección.




TÉRMINOS Y CONDICIONES "INCUMPLIDAS"
Black Mirror ha jugado con la distopía, el pesimismo y la desesperanza. Esa imagen marcó huella profunda en los espectadores, los dejó acostumbrados a ella y al no verla de manera más obvia quizá de ahí surjan esos comentarios sobre que la serie "Ya no es lo mismo". Cabe aclarar que Charlie Brooker sigue siendo el showrunner y es él quien toma las decisiones creativas (los cinco capítulos son de su autoría), por lo que asegurar Netflix es el responsable directo de "cambiar" la perspectiva de la serie, resulta un poco incierto, simplemente es otra manera de presentarla.




Si bien no se trata de historias redondas, impactantes y ahora hasta resulta que una tiene final feliz, el sentimiento de vigilancia, voyeurismo y paranoia sigue presente. No está mal que un show busque formas de reinventarse (Black Mirror lo ha hecho varias veces), porque exponer fórmulas repetitivas no ofrece variedad de contenidos ni de historias. Por naturaleza somos renuentes al cambio y todo aquello que rompa nuestro esquema de "normalidad" no es aceptado tan fácilmente.




EN RESUMEN...
La sexta temporada de Black Mirror está lejos de evocar sus primeros episodios y claro que no es perfecta, porque al menos tres sufren en su ritmo, argumento, y consistencia, pero aunque oculta, conserva esa esencia que muchos consideran perdida. Como buena antología de ciencia ficción, no necesita hacer alusión sólo a redes sociales o la modernidad para causar un poco de tecnofobia, y si bien sus desenlaces carecen del sabor sórdido que se les conoce, cumple con inquietar y exponer temas que afectan a todos.




El verdadero temor surge si tomamos en cuenta que al parecer es la última temporada de Charlie Brooker como la mente creativa del programa y entonces ahí sí, cualquier defecto, falla o fracaso de los (posibles) futuros episodios será responsabilidad de Netflix. Mientras tanto parece injusto el recibimiento turbulento de esta emisión, donde se mantiene el espíritu de las verdaderas antologías criticando nuestra realidad, cuestionándola y hacernos ver que nuestra humanidad se encuentra unida a una tecnología. Pero como todo, el futuro se crea con decisiones y de nosotros depende hacerlo una distopía o saber convivir con los implementos modernos, nuestros semejantes y, quizá más importante, con nosotros mismos.



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