Mi historia paranormal: Visitante nocturno

Las noches se tornaron un infierno cuando ese ser oscuro comenzó a entrar en su habitación. Nunca olvidará el instante en que le atacó mientras sufría la llamada parálisis del sueño.


I

Otra vez despertó con angustia, abriendo la boca para respirar como si se la hubieran tapado, con la garganta reseca y recuperando de a poco la sensación de su cuerpo. Tenía semanas, quizá meses de sentir cómo esa presencia entraba en su habitación. De comentarle a sus conocidos, le hubieran dicho en plan de burla que debería alegrarse por tener a alguien en la cama, pero las experiencias estaban lejos de ser placenteras.

Nunca supo cómo ni cuándo comenzó, sólo empezó a darse cuenta que mientras dormía no podía moverse. Sentía una vibra negativa e incómoda cuando al parecer algo, o alguien se le recostaba encima. Claramente tenía la sensación de cómo se enredaba a su cuerpo y empezaba a decirle de cosas. No recordaba las palabras exactas, sólo el tono en que se las decía, con furia y rabia, haciéndole saber que era el dueño de la situación y lestaba bajo su dominio hasta que él quisiera.


Lo veía como una sombra, una silueta humanoide oscura que lo cubría por completo. Su sola presencia hacía que no pudiera mover sus brazos y piernas, sentía su cuerpo como de piedra y su boca pareciera sellada con pegamento. Sólo podía gemir, y cuando intentaba gritar no podía articular sonido coherente. Por ello sólo se quedaba esperando a que pasara la angustiante experiencia, ¿qué otra cosa podía hacer?


Cuando recuperaba el movimiento se sentía desagradable, pareciera se había revuelto en lodo porque tenía la sucia y desagradable impresión de haber estado en contacto con "eso", que de a poco se apropiaba de su tranquilidad. La noche y la hora de dormir, que antes significaban diversión y descanso, ahora eran el momento para sufrir, de angustiarse, de pedirle a Dios que por favor no fuera visitado. Cuando tenía suerte, las plegarias eran escuchadas, pero cuando no...

II

Recuerda bien la última vez que fue "visitado"; olvidó si hubo otros encuentros, pero ese lo tiene muy presente porque fue el más aterrador.

Cuando cerró los ojos no tardó en deslizarse a ese estado de lucidez entre despierto y dormido, entonces escuchó cómo se abría lentamente la puerta de su habitación y entraba la oscura silueta. "Dios mío, no de nuevo", pensó, su cuerpo empezó a entumecerse.

Pudo sentir cómo "eso" se le lanzaba para caerle pesadamente encima. Soltó un apenas perceptible "Ugh!" y entonces pudo escuchar por primera vez su fría voz: "Voy a matarte".

La cosa empezó a decir entre dientes frases incomprendibles, pero podía sentirse su desprecio y odio. No podía ser cierto, ¿por qué le ocurría esto? A los 27 años se consideraba alguien espiritual; si creía en Dios, ¿por qué le pasaba esto?

De repente "eso" le encajó algo en el costado izquierdo, a la altura del vientre. Un intenso dolor se expandió, una y otra vez sentía cómo algo desgarraba su carne. "Dios, es un cuchillo", pensó.


III

Sea lo que fuera, el ser se lo ensartaba con saña y perversidad mientras le decía cosas como que ahora sí se lo había cargado la chingada, mascullándolo con el placer que un asesino siente al quitarle la vida a su víctima, porque eso es lo que era: una víctima de algo que no podía comprender y que creía sólo pasaba en las películas.

No supo cómo, pero su lengua se abrió paso entre sus dientes y al sentirla en sus labios la movió para abrirlos. "Ggggg" fue el sonido que salió de su garganta mientras la sombra no dejaba de machacar su costado.

De repente pudo gritar, fue como si volviera a nacer, pero no era una exclamación de vida, sino de horror. Se pudo levantar justo cuando sus padres abrían la puerta y su papá, de actitud hosca y severa le preguntó "¿Y a ti qué te pasa?" Preocupada, su madre dijo "¿Estás bien?". Sólo pudo mirarlos con confusión y alivio; tocó su costado pensando que encontraría sangre, pero no había nada, apesar de todavía tener la sensación de que lo habían cortado repetidamente.

"Sólo fue una pesadilla, lo siento", atinó a decir. "Ojalá hubiera sido eso", pensó para sí.



IV

Fue la última vez que tuvo una experiencia de ese tipo, el tiempo se encargó de enterrarlas en su memoria. Hasta que años después, mientras veía con su pareja un reportaje sobre la parálisis del sueño, comentó: "A mí me pasaba eso". Sólo recibió una sarcástica sonrisa de parte de su amor, pero pudo convencerle cuando recordó ese aterrador episodio, que quedó reducido a una anécdota espeluznante.

Hasta ayer dormía a sus horas, ni pesadillas tenía, y ya se había acostumbrado a estar solo luego que su pareja le dejara hace algunos años. Pero anoche, antes de dormir, tuvo la sensación de que algo subía despacio por sus piernas.

Quiso levantarse, pero no pudo.



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