Devil in Ohio (El Diablo en Ohio) es una miniserie estadounidense de misterio y terror que se estrenó el 2 de setiembre en Netflix. Creada por Daria Polatin, dirigida por Steven A. Adelson, Brad Anderson, John Fawcett y Leslie Hope y protagonizada por Emily Deschanel, Sam Jaeger, Gerardo Celasco y Madeleine Arthur, la serie sigue a una psiquiatra que adopta temporalmente a una de sus pacientes: una joven que escapó de un culto satánico.
Me parece muy interesante que la serie haya sido tan mal recibida por los críticos (y algunos espectadores) porque me parece que, aunque no sea lo mejor de lo mejor, es bastante buena, entretenida y escalofriante. ¿Pudo haber sido mejor? ¡Por supuesto! Pero me parece bien tal como es.
Para ser una serie sobre el satanismo y el demonio, tal vez sí le pudo haber ayudado un poco el afilar sus toques de terror porque son prácticamente inexistentes. El sitio IMDB la cataloga como una serie de terror y este puede ser un error común por la inclusión de “devil” o “diablo” en el título, pero en realidad es una serie de suspenso, crimen y misterio. Si alguien conoce el caso de Colonia Dignidad en Chile, esto es algo similar solo que eliminando el contexto sociopolítico chileno y aumentando los tintes de satanismo.
Para serles honesto, no conozco el material de origen en el que se basa la serie (un libro también escrito por Daria Polatin), pero la serie sí pudo haber sido más arriesgada en sus temáticas, en la explicitud del satanismo y en el terror que esto puede provocar en las pocas personas que logran acercarse desde afuera.
Las actuaciones pudieron haberse mejorado un poco, especialmente en términos de Madeleine Arthur. Ella es muy talentosa, pero su personaje está escrito para ser extraño, escalofriante, tenebroso… Incluso tiene un giro muy impactante y la actriz, en mi opinión, no logra llegar a donde tiene que llegar. Al igual que a Arthur, la mayor parte de los intérpretes más jóvenes se vieron afectados también, pero más bien en cuanto a sus personajes. Era prácticamente innecesario que la familia principal tuviese tres hijas porque las circunstancias que las rodean y los temas que tocan más bien alejan un poco al espectador del eje central: el misterio alrededor de una joven que escapó de un culto.
En cuanto a los demás actores, la serie marca el regreso de Emily Deschanel a la “televisión” (o, al menos, a una serie), a quien ya conocemos principalmente por su trabajo en Bones. En esta ocasión, la actriz da vida a Suzanne, una psiquiatra conflictuada entre su vida privada, su profesión y este nuevo caso que cruza la barrera entre su trabajo y su familia. De la mano de Deschanel se encuentran también Sam Jaeger y el estadounidense-salvadoreño Gerardo Celasco, quienes destacan por su talento al interpretar las dos caras de la misma moneda al enfrentarse a este caso: hacer todo lo posible por salvar a su familia (por un lado) y hacer todo lo posible por hallar justicia (por el otro). En mi opinión, estos tres actores fueron los mejores de toda la serie.
Nuevamente, no conozco el material en el que está basada la serie, pero me parece que el final pudo haber sido utilizado para terminar de cerrar los arcos de personaje tanto de Suzanne como de Mae. No obstante, Devil in Ohio me parece una buena serie que, si bien es cierto, pudo haber sido mucho más terrorífica, pero innegablemente nos pone los pelos de punta al mostrarnos uno de los lados más oscuros de los Estados Unidos.
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