Reseña sin spoilers: “The Sadness”: El terror tangible 2022

 


Si lo que buscas es ver una película que te retuerza las entrañas, aunque seas todo un experto conocedor de cualquier sub género del terror, lo que tienes que ver es “The Sadness” de Rob Jabbaz; estrenada en 2021, esta cinta es una de las más transgresoras que se han hecho en años y, no solo porque claramente forma parte del catálogo del apartado gore, si no que, en realidad, es una película que retrata miedos reales a través de las convenciones del cine de género. El mismo título vislumbra que no concuerda con lo que se nos está vendiendo hasta que se digiere y procesa la serie de imágenes y sonidos que observamos a lo largo de una historia bifurcada en dos personajes protagónicos presentados en una hora con cuarenta minutos aproximadamente, aunque, a decir verdad, este lapso es una medida relativa porque dicha proyección se queda en la mente del espectador durante mucho más tiempo. 


Desde las primeras secuencias se maneja una construcción de la tensión muy bien proyectada, en los primeros minutos podemos presentir a través de varios elementos que algo no está bien, existen personajes que con sus diálogos, tan cotidianos y rutinarios, nos comunican que definitivamente algo está a punto de romper con eso, el uso de planos cerrados e inserts de elementos que no deberían ser protagónicos construyen la intriga e incluso cierta incomodidad; el primer signo que avista que estamos entrando de lleno al género que se nos ha prometido, es aquel personaje bastante impresionante visualmente que inicia y desata el desastre en el filme, una mujer bastante andrógina que viste un camisón blanco manchado de sangre, una persona que luce extraña hasta para el espectador porque aquí, desde los primeros minutos, es donde la película destroza, re inventa e impone sus propias convenciones, siendo la última característica lo que le da todo el éxito al film. 


Básicamente, en poco tiempo en pantalla, entendemos y se establece que existe un virus altamente contagioso y peligroso que está desatando una pandemia epidemiológica (y, en un flashazo memorial todos podemos vislumbrar aquello sucedido en innumerables países del mundo frente a la Covid-19), en una especie de incredulidad colectiva, la gente está realizando sus actividades rutinarias y vive sin temor alguno, el único indicador del desastre viene con una escena de escasos segundos en pantalla en la que vemos la recolección de un cadáver en lo que parece una escena del crimen, sin embargo, queda muy a la ligera pero a posteriori, en un seguimiento a Jim, el personaje masculino protagónico, entramos a un restaurante en donde volvemos a ver a la mujer que inaugura lo sustancioso de la cinta, una persona contagiada por el virus que acecha a la humanidad. Acá se introduce un nuevo tipo de “zombie”, antes caracterizado por su lentitud e incluso por su incapacidad racional al ser solamente un muerto en vida, un cadáver con movimiento y un hambre insaciable. Ahora, en “The sadness”, tenemos a este monstruo perfectamente consciente de sus acciones y decisiones, que es justo lo que persigue la premisa del filme y que se irá construyendo conforme se avanza en la historia. 


El virus vuelve a la gente violenta y hay que entender que la palabra y el concepto de la violencia es literal, no es un mote referente a que los infectados se abalancen contra los demás ciudadanos con el último fin de morderles y contagiarles o de comerles el cerebro, no; la violencia aquí es y significa ataques con fines sexuales, atracos con fines de placer ante el sufrimiento ajeno. Hablar de esta película es entender que no es para cualquiera y no por el hecho de la alta exposición y retrato de imágenes explícitas en cuanto a sangre, órganos y demás, si no que, acá también hay que contemplar la inconmensurable connotación sexual que plaga la película y es que, si bien la trama aborda como protagonista al virus y el temor biológico de contagiarse de algo, el verdadero centro de atención y quien encarna el horror es la sociedad y la psique humana, la verdadera naturaleza de las personas. 


Las peores perversiones humanas destacan en esta cinta, una de las secuencias más impresionantes es definitivamente la que toma lugar en el metro de la ciudad, secuencia protagonizada por Kat, la contraparte femenina protagónica; es en este compendio escénico que entendemos que los villanos de esta película no son zombies, son personas que han sido liberadas de todo y cualquier concepto moral, ataduras de reglas sociales y de auto control frente a sus más bajos instintos. Hoy en día el tema del acoso sexual está más latente que nunca, es un miedo genuino y tangible, ponerlo en los terrenos del cine de horror entre que disfrazado y no definitivamente cumple con el primer y último fin del género, aterrar. 

Con un personaje perfectamente construido e interpretado por Tzu-Chiang Wang se resume lo que se busca comunicar en cuanto a este tema dentro de la película, la misoginia y el depredador sexual incansable e insaciable, un señor de más o menos cuarenta y medios que se aproxima a Kat con comentarios e intentos de desarrollar una conversación con ella que termina por incomodarla, desatando y dejando a plena vista sus creencias sobre las mujeres, suelta comentarios machistas y desagradables para que, solamente unos minutos después, gracias al virus, consume aquello que realmente deseaba y anhelaba, atentar a violar al personaje de Regina Lei, Kat. 


Remitiendo a lo que hizo Pasolini con “Saló o los 120 días de Sodoma” en 1975, podemos confrontar escenas de abuso sexual explícito y cargado de un contexto aterrador donde los infectados genuinamente disfrutan del sufrimiento ajeno; las líneas en diálogo son francamente incómodas y eso carga a la película en general de un realismo impresionante y pese a esto se nos presentan imágenes preciosas, cuadros y planos perfectamente iluminados y estructurados para ser visualmente muy estéticos. Aunque durante esta secuencia francamente se exagera en los efectos VFX y se desperdician litros y litros de sangre de imitación, no llega a ser motivo de distracción o de experimentar un golpe de realidad ante la inverosimilitud.

La crítica social comienza a ser perceptible a partir de este punto, ya no es algo sutil, es tangible y está muy presente, incluso se atreven a mencionar y exponer en una frase una realidad digna del horror más traumático, “incluso los propios miembros de tu familia podrían atentar en tu contra”, abordando así el verdadero terror del contexto en que vivimos actualmente y esto solamente respecto a la figura del hombre acosador y el abuso con intenciones sexuales porque Jabbaz no se detiene ahí, también aprovecha para criticar el sistema gubernamental no solo de países asiáticos si no que en general, en una secuencia que francamente sale un poco del género y se cobija más en la sátira, vemos la caricaturización y ridiculización de altos mandatarios cuya gestión de la situación es casi que ofensiva, la cereza del pastel para dicha secuencia es justamente el uso del característico sonido de tono descendente usado en la comedia para aquello descriptible como ridículo; aunque, sí existen más elementos que apelan a la sátira con fines críticos, verbigracia, el ataque directo a la cultura del ánime en su diversificación hentai, de nuevo abordando y apelando al tema de la cosificación de la mujer y el consumo de material sexualmente explícito y sobretodo con enfoques bastante depravados generalmente. 


Uno de los mayores aciertos del film es el diseño sonoro también, pues, aunque uno este inmerso en lo visual, lo audible de verdad aporta a la construcción del ambiente, siempre generando ansiedad e incertidumbre aunque nunca robando el protagonismo oculto en el significado del uso de elementos de sintaxis cinematográfica tan bien lograda por parte de Jie-Li Bai el cinefotógrafo del proyecto, usando desde planos holandeses hasta movimientos de cámara inestables justamente para transmitir lo mismo al espectador a través de estos recursos y así seguir construyendo el ambiente de la película.
“The sadness” podría resumirse a una frase de aproximación alegórica, figurativa y literal, “La gente está enferma”, confrontando lo literal en el virus y lo alegórico figurativo en el hecho de que cometer aquellos actos solamente descritos por lo atroz es verdaderamente enfermo.


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