Doctores que no tienen remedio

Científicos y galenos imponen respeto, pero en el cine de horror su imagen cambia radicalmente.


Primera parte.

El cine adoptó de la literatura sus primeros científicos locos: Henry Jekyll y Victor Frankenstein, nacidos de la imaginación de Robert Louis Stevenson y Mary Shelley, respectivamente. El doctor Jekyll comenzó su paso por las pantallas en 1908, pero destacan sus versiones de 1920 y 1931.

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"Dr. Jekyll and Mr. Hyde" (1920)

"Jekyll se transforma en Hyde"


La primera, realizada durante la era del cine mudo, fue protagonizada por John Barrymore (abuelo de la actriz Drew Barrymore) y mostró al personaje central como un hombre atractivo, contrario a como es descrito en la novela; en ella se explora la naturaleza del ser humano, su lado "bueno", "malo" y la lucha interna que tienen en determinar el comportamiento de una persona. 

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Dr. Jekyll and Mr. Hyde" (1931)

"Mr. Hyde aterroriza a Ivy"


Mas la versión de 1931 es recordada por sus elementos de horror, vestuario, escenografía y la actuación de Fredric March que le valió el Oscar a Mejor Actor junto con Wallace Beery, el único empate en la historia de la categoría (aunque no del galardón porque ha habido otros cinco). 


UN NOMBRE, DOS MONSTRUOS 

Ese mismo año de 1931, Colin Clive encarnó al doctor Henry Frankenstein en la cinta de Boris Karloff (Para la cual el personaje fue renombrado). Su actuación y aspecto es quizá el epítome del científico loco: de figura quijotesca, despeinado, mirada desorbitada y su delirante grito "¡It's alive, it's alive!".

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"Frankenstein" (1931)

"¡Está vivo, está vivo!"


Karloff es un aterrador Monstruo, pero sin una contraparte igual de fuerte como Colin Clive su actuación se hubiera perdido. Sus actuaciones contribuyeron a la creación de un icono del cine de terror con una filmografía que comprende casi cien películas de diferentes géneros y varios cortometrajes, si no es que más. 

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"Metrópolis" (1927)

"Rotwang crea a María"


Mención aparte merece uno de los primeros científicos propios del cine: Rotwang, el inventor de la robot María en "Metropolis" (Fritz Lang, 1927). Aunque el filme pertenece más a la ciencia ficción que al horror, Rotwang es la figura trágica del erudito solitario y amargado que ve en su creación la oportunidad de vengarse de aquellos que le arrebataron al amor de su vida. Pero en ocasiones la figura de un hombre de ciencia no puede ser romantizada y en su afán de jugar a ser Dios cae en la locura absoluta.


ROMPIENDO LOS LÍMITES 

A mediados del Siglo XX, la era atómica fue una veta ampliamente explotada por el cine de horror y ciencia ficción. Entre las tantas películas de la época se encuentra "The Brain That Wouldn't Die" (Joseph Green, 1962), que sin ser tan gráfica podría cconsiderarse entre las precursoras del Body Horror.

Tráiler 

"The Brain That Wouldn't Die" (1962)


Cirujano de profesión, Bill Cortner (Jason Evers) viaja con su novia Jan (Virginia Leith) cuando sufren un accidente y ella muere decapitada; él conserva la cabeza de su amada, la mantiene con vida y se dedica a buscarle un nuevo cuerpo.

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"The Brain That Wouldn't Die"

"Puedo completarla de nuevo"


Se trata de una película sencilla, con más recursos que valores de producción y es precisamente eso lo que la convierte en una cinta memorable, porque limitar una actriz a solo usar su voz y expresiones faciales es un reto del cual Virginia Leith sale bien librada al transmitir dolor físico, emocional y locura con su espeluznante risa. 

Continuará...

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