Crimen real (1): Asusta... ¡Pero cómo gusta!

 

¿Por qué tenemos fascinación de ver contenidos basados en casos de homicidio o asesinos seriales?

Primera parte

La frase "Basada en hechos reales" ha dejado de ser un simple aviso en el póster de una película y se ha convertido en un gancho para cautivar al público. Es una advertencia para voltear a ver (consumir) un producto que mezcla la no ficción con hechos dramatizados y que ofrece una amplia gama de posibilidades para exponer las causas de un suceso especulando con los hechos acontecidos por muy crueles que hayan sido, pero en ocasiones un filme no basta para saciar esa curiosidad.

En los últimos años los medios de comunicación y en particular los servicios de streaming han encontrado en las docuseries de crímenes reales una mina de oro; no tienen que centrarse forzosamente en un asesino serial, basta con que sea un caso interesante, sórdido, del que se puedan hacer unos cuantos episodios y tenga potencial para atraer espectadores. ¿Pero se justifican este tipo de productos? ¿Qué dicen de nosotros como sociedad e individuos?

Clip "El cerebro de un asesino"

Si somos afectos a consumir este tipo de programas debemos estar tranquilos, no vamos a convertirnos en Ted Bundy ni repentinamente nos nacerá un deseo por "canibalizar" a nuestro vecino al estilo Jeffrey Dahmer. Citando el postulado de La navaja de Ockam, creado por el pensador del Siglo XIV, Guillermo de Ockam, que asegura la respuesta correcta a una interrogante es la más simple, nuestro gusto por una docuserie de crimen real (y hasta por extensión, por el cine de horror) tiene una respuesta básica: porque nos exponemos a una situación de riesgo en circunstancias controladas que provoca una descarga de adrenalina, una sensación que buscamos repetir una y otra vez; en otras palabras nos volvemos adictos a ella.

Aunque es un argumento convincente, no podemos reducir nuestro gusto por ver una serie de crimen real a una reacción física cuya explicación podemos encontrar en cualquier libro de anatomía. La relación amor/odio del individuo con este género tiene sus orígenes en las ejecuciones públicas del Siglo XVIII, donde se exponía por escrito los delitos cometidos por los sentenciados.

Clip "Cómo se popularizó la guillotina"

Mucha gente disfrutaba de las ejecuciones que por casi un año se dieron en Francia durante el periodo conocido como "El Terror" (1793-1794), donde el gobierno resultante de la Revolución Francesa se dedicó a reprimir violentamente a sus opositores. La población gustaba presenciar ahorcamientos o ver rodar cabezas en la guillotina como ahora se asiste a un concierto. 

Con la imprenta se publicaron periódicos, panfletos y folletos que daban a conocer los delitos cometidos (pensemos en ellos como el primer Netflix en ese sentido), y para quienes no sabían leer había trovadores que componían canciones, práctica que en el continente americano se hizo popular con los corridos. 

En Europa, la "afición" por las ejecuciones contribuyó a la creación de literatura relacionada con el crimen, en particular historias de horror gótico que fueron fruto del Romanticismo, movimiento literario donde la nostalgia, lo macabro y la muerte eran vistos como la máxima expresión del amor; incluso los cementerios se vieron invadidos por poetas y escritores en busca de inspiración. 

Clip Breve historia de la literatura gótica

Pero ya sea de forma oral, escrita, o visual en nuestro contexto, la gente no solo está interesada en dichos productos por el mero hecho de estar informado; la idea de entender un crimen desde el punto de vista del homicida es una perspectiva fascinante al tratar de analizar y comprender el proceso psicológico detrás de un delito.

Tráiler "Making A Murderer"

Una docuserie como "Making A Murderer" (2015) donde un hombre pasó 18 años en prisión por un crimen que no cometió pero luego fue sentenciado por homicidio, no solo cuenta al espectador un caso que parece sacaso de una novela negra, también proporciona información sobre temas de psicología, criminología y el funcionamiento del sistema judicial estadounidense. 

Continuará...