Historia: El Sabor del Corazón ►Horror Hazard◄

11/3/2019

Era medio día, y llegaba la hora de almorzar en el trabajo y como de costumbre, mis compañeros y yo salíamos al comedor y de paso veíamos las noticias en el televisor que estaba para empleados. Ese día en especial, una noticia hizo que paráramos con la rutina habitual, un asesinato ocurrió, un joven había sido encontrado muerto en la acera frente a un restaurante bastante conocido por todos “El Rincón Feliz”. Su nombre se debía a que la comida era exquisita, el buen trato del personal creaba en las personas, una sensación de felicidad, que los hacía volver a probar la variedad de platillos que servían.  

En mi caso, opinaba lo contrario; debido a la buena recomendación que había escuchado, no prepare mi almuerzo un día de tantos, y fui a degustar algo distinto a lo que siempre comía, lo cual me hizo recordar que a veces las recomendaciones no son las mejores y me hizo retroceder a mi antiguo hábito de comer lo que yo preparaba.

Devolviéndome al asesinato, el joven tenía aproximadamente 20 años, estudiante de arquitectura, poco atlético y de tez blanca, al menos eso escuché decir en el noticiero cuando lo encontraron sin vida con una herida en su pecho a la altura de las costillas. El cuerpo sería investigado para encontrar la causa de muerte, y de paso, al asesino.

El sonido del calentador me dio aviso de que mi comida estaba lista para consumirla, así que me levanté, tomé mi almuerzo y seguí prestándole atención a la noticia que tenía a muchos pensando el porqué de este atroz arrebato a la vida. Me distraje por un momento, el olor de la comida entró por mis fosas nasales como un torbellino hasta mi cerebro, lo que me hizo pensar que yo también tenía mi “Rincón Feliz” en esos momentos de placer al probar mi creación. 

Seguían hablando del caso, un poco más a fondo, explicando de qué manera un testigo descubrió el cadáver y de qué manera lo encontró: “tenía los ojos abiertos, con el pecho al descubierto, una herida que casi lo partía en dos, mucha sangre y un olor a especias que se destacaba por encima del resto de olores que una ciudad poblada suele traer consigo. La explicación más factible que dieron fue, que, al estar junto al restaurante, junto con las horas que llevaba fallecido en el lugar, los olores se combinaron creando confusión y hambre a la vez.

Yo por mi parte, preparaba mis cubiertos para comenzar a comer, las buenas costumbres que me enseñaron en casa, seguían en mí como si acabaran de enseñármelas, así que seguí con el protocolo de educación y acomodé mis hombros fuera de la mesa, tomé mi servilleta y la puse delicadamente en mi cuello, y continué con mi labor de alimentarme. Un corte de carne casi perfecto, no podía haberlo hecho mejor, desprendía una fragancia exquisita, que hizo que, a mi alrededor, la gente se detuviera a respirar y a alterar su paladar con mi platillo.

¡LE QUITARON LOS PULMONES! … expresión que escuche detrás de mí, refiriéndose al asesinato ocurrido la noche anterior, eso explicaba el porqué de su corte en el pecho y la sangre que cubría la escena. Algo más de que hablar además de la incógnita que rodeaba todo lo sucedido. ¿Para qué?  De nuevo volví a oír a alguien preguntándose como si de inmediato fueran a responder su pregunta, como si con eso, podrían resolver el crimen primero que la policía, cosa que parecía casi imposible, debido a que no podían siquiera explicarquien pudo cometer algo tan despiadado y de tal manera.


Cuando dirigía mi tenedor hacia mi boca, note algo en mí…. ¿Cómo no me di cuenta antes? Que descuido tan grande. No había lavado mis manos antes de comer. Pero eso no fue lo que me aterró, sino el hecho de que en mis uñas se notaba una mugre que ni con cloro se podía quitar. Me detuve un momento, pero pensé que ya estaba a punto de terminar y que, de haber bacterias en mis manos, ya las habría devorado junto con mi cargo de conciencia y mi corte de carne.

Al joven no lo conocía, pero si lo había visto unas cuantas veces fumando en la esquina de la universidad a la cual asistíamos ambos, no era muy sociable, pero siempre lo acompañaba una chica que se notaba que gustaba de él, pero nunca se lo había dicho. Una historia de amor que parecía ser buena, a excepción de que la muerte se atravesó en sus caminos, no dejándolos llegar al dicho: “hasta que la muerte los separe”. Lo cual me hizo cuestionarme, ¿qué pasará ahora que él no está? ¿Qué estará sintiendo la chica en estos momentos? Pero eso, igual que las preguntas anteriormente escuchadas, no resolvería nada ni mucho menos daría respuesta de nada, así que dejé el pensamiento de lado.

Comencé a sentirme algo incómoda, ya que me sentí observada, pensé que estaba saboreando tanto mi comida que comenzaba a ser desagradable para los demás, pero eso no frenó mi impulso por ver el fondo del plato limpio y estar satisfecha de una buena vez.

Estaba tan completamente segura que la policía no podría con el caso, que sería uno de esos crímenes de los que se habla un mes, ya luego ni recuerdan que pasó ahí; todos seguirían con sus vidas y por lo consiguiente seguirían consumiendo en el restaurante y caminando por la acera donde una vez hubo un cuerpo.

Había hecho las cosas tan bien, que podría seguir haciéndolo el resto de mi vida. Lo más curioso del caso es que sus pulmones estaban inservibles, nunca había visto algo tan asqueroso, hasta podía respirar el humo de tabaco que desprendían en cada corte que hacía, creo que ni siquiera a los perros de la calle les hubiera servido de esa carne putrefacta, pero para llegar a lo delicioso del asunto, debía pasar por la pena de tocar esa aberración de masa sin color ni sabor. Los forenses luego descubrirán que no solo carecía de pulmones, sino de corazón…
  
¡Oh!  corazón que nunca aprendió a amar, el humo de cigarrillo creó una nube que nunca dejo pasar las miradas que le lanzaba desde el otro lado de la calle donde siempre solía estar, observándolo, admirando su belleza masculina, y viendo como poco a poco, otra chica quería lo mismo que yo... Su amor.

Así que no me quedó de otra que tomarlo por la fuerza, haciendo mío lo que debía ser desde hace mucho tiempo, con un poco de especias, pimienta y sal “al gusto” tomé su corazón y lo puse al calor de las brasas.  No había deseado tanto algo como esa vez quería tomar mi almuerzo en el trabajo y sentir por primera vez, lo que se sentía el amor, y la unión de corazón a corazón en un mismo cuerpo y el sabor de la satisfacción que por fin había tenido lo que quería…

Tomé mis cosas y me levanté a seguir con mi vida, con mi trabajo y con una pregunta bastante inquietante… ¿donde estará la chica? Quisiera saber que sabor tiene un corazón roto. 

De Laura Aguire para Horror Hazard.

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