11/2/2019
Cucú es una historia original creada por Eimy Jiménez (Mitus) y está enfocada en el área paranormal, además, pretende ser interactiva donde el lector podrá escoger cuál será la mejor opción al final de cada capítulo en la que se seguirá desarrollando la historia. El desenlace de cada situación enmarcada en las opciones se basará en la mayoría de votos realizados por parte de los lectores a las mismas.
ENLACE AL CAPÍTULO 1: Aquí
Una figura oscura y sombría se aferraba poderosamente
a su progenitora mientras a sus lados se veían salir filosas garras cuyo
movimiento hicieron palpitar más fuerte el corazón de Román mientras se
acercaban lentamente a su cintura y a la vez enfriaban totalmente su espalda y
extremidades... sin su madre percatarse de lo que se encontraba detrás suyo,
Román ...dejó de abrazarla, la
hizo a un lado y amenazó a esta figura.
“¡ALÉJATE, MALDITO
DEMONIO!”,
mientras su cuerpo se interponía entre su madre y esta entidad. “¡¿QUÉ PASA, ROMÁN?!”, le gritaba ella.
Román comenzó a hacer movimientos amenazantes con sus manos como si estuviera
dispuesto a irse a los golpes con algo que era cien por ciento invisible para
el resto. Su madre sin pensarlo dos veces, se devolvió en el tiempo a aquellos
días cuando debía calmar a su incontrolable pequeño a causa de sus travesuras, y
a pesar de su edad, su imponente voz se hizo presente con un: “¡ENTRA YA, ROMÁN!” mientras tomaba a
su hijo por la cintura y lo arrastraba hacia adentro de la casa y fue cuando en
ese momento se percató que él se encontraba con una expresión neutral, como si
su cerebro hubiese dejado de funcionar por una milésima de segundo y su cuerpo
no recibiera indicaciones de cómo proceder. Su mirada estaba perdida y una
larga y pesada saliva aparecía por debajo de su labio inferior mientras su
madre sin más fuerza en sus brazos lo intentaba colocar en el suelo.
Román desde niño era conocido en el barrio como
“garrocha” por su similitud con este objeto, aunque no tanto por su altura
porque no sobrepasaba el metro setenta de estatura. Sus ojos café oscuro y su
piel morena siempre fueron calificativos importantes para ser considerado uno
de los muchachos más atractivos del pueblo, sin embargo, todas esas cualidades
se vieron minimizadas cuando su color se aclaró, su rostro se opacó y aquel
peso pluma quedó en el olvido por varios minutos cuando su madre no pudo sostener
el cuerpo tan extrañamente pesado de su hijo y tras unos largos y silenciosos
segundos… el retumbar de su cabeza en el suelo obtuvo un sonido similar al de
un puño contra un gran trozo de madera.
“¡Por fin nuestro primer trabajo de investigación!”, le decía Wynda a su abuelo con una sonrisa de oreja a oreja emocionada por el reciente acontecimiento en la cocina. Su abuelo, aunque sentía una emoción interna cual si aún fuera un joven, se mostró preocupado por su esposa quien huyó de la casa pasmada por lo ocurrido. “Mi Cucú, vamos por tu abuela primero.” Wynda, a pesar de que su felicidad se vio opacada un poco por la pausa que debía realizar antes de aventurarse en su máxima afición, decidió obedecer a su abuelo y juntos se encaminaron hacia la puerta principal, pero antes, Wynda retrocedió unos pasos para poder recoger su móvil y justo cuando se ponía de cuclillas, algo la hizo alzar la mirada hacia el frente y fue cuando vio una serie de pasos impregnados en el suelo haciéndose camino hacia la cocina.
Wynda apretó sus ojos como intentando enfocar mejor la escena pero al volver a ver a su abuelo, él se encontraba con su boca abierta y su rostro pasmado... "¿Estás viendo lo mismo que yo veo?" se dijeron ambos entre dientes y cuando hicieron el intento por dar un paso y dirigirse hacia la cocina, dos de las sillas de la mesa principal comenzaron a temblar hasta que una de ella fue lanzada contra la pared rozando el hombro del abuelo. Sin pensarlo dos veces se tomaron de las manos para salir corriendo, ni todos los documentales del mundo los había preparado para algo así…cuando entonces ¡PUM! Mientras la puerta chocaba fuertemente contra la pared. Una cara pálida, de horror y preocupación se asomaba en su entrada, su rostro aun con gotas de sudor sobre su frente y lágrimas que aun corrían por sus mejillas. “¡ABUELA!”, exclamó Wynda. “¿Pasa algo con Román?”, añadía su marido.
Seguidamente, la abuela tomó del brazo a su marido y
su nieta y los llevó hasta la casa de su hijo. Su cuerpo yacía en el suelo
exactamente en la misma posición que su madre lo dejó antes de irse, solamente
que esta vez sus ojos se encontraban abiertos con la mirada fija hacia el
frente. Wynda sacudía la mano de su padre con la esperanza que eso lo hiciera
volver en sí, sin embargo, tras una pausa en los movimientos desesperados,
Román comenzó a respirar profundamente como si se encontrase en aquella finca
de su tatarabuelo que tanta paz le traía a su corazón cuando tan solo era un
pequeño y alguno de sus padres lo había castigado por alguna travesura.
¿Cómo pasó de una mirada perdida a una mirada de paz? Su madre no comprendía lo sucedido, especialmente en el momento en que desde su nariz comenzaron a desprenderse gotas de sangre que le empaparon toda su vestidura. Su padre, a pesar de su terrible dolor de espalda y pérdida de fuerza, con la ayuda de su esposa y de Wynda, lograron levantar a Román y justo al momento de colocarlo en el sofá…
¿Cómo pasó de una mirada perdida a una mirada de paz? Su madre no comprendía lo sucedido, especialmente en el momento en que desde su nariz comenzaron a desprenderse gotas de sangre que le empaparon toda su vestidura. Su padre, a pesar de su terrible dolor de espalda y pérdida de fuerza, con la ayuda de su esposa y de Wynda, lograron levantar a Román y justo al momento de colocarlo en el sofá…
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